En la publicación anterior hablaba un
poco de mi experiencia de servicio social en el hospital. El título de esta
segunda carta es una pregunta que me hice cuando los niños empezaban a
fallecer. Recapitulando un poco sobre mi trabajo en el hospital, era básicamente
apoyando a la docente que trabaja con los niños para evitar el rezago
educativo, ya que este es el principal objetivo del programa de Pedagogía
Hospitalaria “Sigamos aprendiendo en el hospital”.
La pedagogía hospitalaria es
una nueva modalidad educativa dentro del hospital, donde se ve implementada no
solo la integración si no también la inclusión para que estos pequeños puedan
seguir estudiando. Para mí era una oportunidad de conocer el trabajo que se
realiza, y claro el objetivo era aprender, para que un futuro yo pudiera estar
ahí dentro. Nunca me imaginé lo que me esperaba, y lo que viviría. No es fácil,
pero tampoco estoy de acuerdo que se necesita “sangre fría” para poder estar en
un hospital trabajando con niños, en mi caso con niños que sus enfermedades
están prácticamente relacionadas con la muerte, porque al decir Leucemia es lo
primero que se piensa. Cuando sucedió la primera pérdida que tuve, porque así
lo sentí, sentí que perdí algo que ya formaba parte de mí. Estuve pensando
mucho en el trabajo que las docentes realizan dentro del hospital, pensé en
algún momento que no era tan productivo e incluso innecesario, pero cuando
siguieron las muertes de otros niños, yo sentía que ya no podía, que no iba a
aguantar estar ahí. Pero al ver a los niños que se quedaban en el hospital, ya
no con el mismo ánimo, pensativos, decaídos e incluso afectaba a su salud, se
les bajaban las defensas, algunos no querían comer y por consiguiente no
querían trabajar con nosotras. Entonces
no todos mueren, y qué hacer con los que se quedan, que decir ante esas
circunstancias, no lo podemos dejar a un lado y seguir como si nada hubiera
pasado, claro está que con las actividades que llevábamos para que trabajaran,
se “distraían un poco” pero no era suficiente.
Creo que era muy necesario
platicar con ellos, tratar que no se queden con nada. En la primera carta
también redacto que un pequeño de 9 años que aparte de estar triste, se
encontraba muy molesto porque no le habían dicho que uno de sus amigos ya había
fallecido, aquí lo que hizo que el quisiera volver a trabajar fue la plática
con la docente, el sacó su enojo en ese momento, pienso que para todo hay
tiempo y ese era el momento para platicar con él sobre el tema, y fue ahí donde
entendí el motivo por el cual nosotras estábamos ahí trabajando, ya sea
docentes hospitalarios, prestadores de servicio social, e inclusive las
enfermeras.
Retomo tú comentario al decir que muchas personas piensan que el trabajar en un hospital es necesario tener "sangre fría" y lo creemos tanto que dejamos de lado las variables que se nos presentan por creer que lo primero es hacer lo correcto. Pero es indispensable que exista en la actualidad una pedagogía hospitalaria y no sólo dentro de ella, para que se enseñe que la muerte es parte de la vida y no hay porqué ocultarla.
ResponderBorrarRetomo tú comentario al decir que muchas personas piensan que el trabajar en un hospital es necesario tener "sangre fría" y lo creemos tanto que dejamos de lado las variables que se nos presentan por creer que lo primero es hacer lo correcto. Pero es indispensable que exista en la actualidad una pedagogía hospitalaria y no sólo dentro de ella, para que se enseñe que la muerte es parte de la vida y no hay porqué ocultarla.
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