sábado, 21 de mayo de 2016

Carta 4: Diez propuestas para hablar de la muerte con los niños.

El programa de Pedagogía Hospitalaria sin duda fue una de las grandes experiencias que he tenido a lo largo de estos cuatro años de mi carrera, algunos las llamarían “buenas” y “malas” yo prefiero llamarlas enseñanzas, porque de ahí aprendí que una persona no necesita estar enfermo o sano para seguir teniendo deseos de aprender, que la vida y la muerte van de la mano, que no todos los niños detestan la escuela, pero sobre todo que no puedes engañar a los niños, que debes de hablarles con la verdad cual sea la situación, ellos entienden a la perfección y tú aprendes de ellos. Entiendo que hablar de la muerte con los niños no es tarea fácil, pero tampoco imposible, hay diversos artículos que nos ayudan a tratar este tema por ejemplo en la Revista Aula Infantil (Arnaiz, 2003) nos menciona dos vertientes una que es la pedagogía de muerte y la otra es la pedagogía del duelo, la primera hace referencia a la conciencia de la muerte como una presencia que llena la vida de sentido y de valor, la segunda busca dar herramientas para minimizar el efecto de desconcierto que provocan las pérdidas. Es por eso que en esta carta daré algunas recomendaciones de la Revista Aula Infantil, las cuales son:
  • ü  Se necesita hablar de la muerte con los niños esperando que no tendremos respuesta a todo.
  • ü  No esperar a hablar de la muerte.
  • ü  Hablar con claridad y sin esconder nada.
  • ü  No convertir a los muertos en vigilantes ni utilizarlos como chantaje.
  • ü  La muerte forma parte del ciclo de la vida.
  • ü  La muerte y la vida aparte de ser hechos biológicos están cargados de simbolismos.
  • ü  La muerte está rodeada sobre todo de sentimientos.
  • ü  La muerte está vinculada a ciertas causas.
  • ü  Es bueno que los niños y niñas tomen iniciativa de hablar de la muerte.
  • ü  La pedagogía de la muerte tiene que ver con la pedagogía de la finitud. Que nadie es finito.


Claro está que estas son tan solo unas claves para poder hablar con los niños del tema de la muerte, pero también podemos encontrar cuentos, y actividades didácticas como canciones, el hacer cartas, todo esto puede ayudarnos como adultos a ver la muerte desde otra perspectiva, como a los niños verla como parte de la vida. A continuación dejo la liga del PDF  con el fin de aclarar algunas dudas así como también que sea de utilidad. 

Ahora ¿Por qué es importe hablar con los  niños sobre la muerte? ¿Qué momentos consideras que son pertinentes para hablar del tema de la muerte? ¿Con que símbolos relacionas la muerte? ¿Crees que tendrías respuestas a todas las preguntas de un niño sobre el tema de la muerte?

Comenta.


Link: http://www.grao.com/revistas/aula-infantil/012-reflexionemos-sobre-el-tabu-de-la-muerte/diez-propuestas-para-una-pedagogia-de-la-muerte





martes, 17 de mayo de 2016

Carta 3: ¿Dónde está el de a lado?


Habría que preparar a los niños para la muerte mucho antes de experimentarla, tanto si se trata de su propia muerte, como de la de otra persona” ElisabetKübler-Ross.
Esta frase me pone a pensar que el  hablar de la muerte con un niño sigue siendo algo que no sabemos tratar con ellos. ¿Cómo explicarle a un niño hospitalizado que su compañero de cama ha fallecido?
En una ocasión una niña de 7 años se puso mal, y la tuvieron que bajar a terapia intensiva, después de unas horas falleció. Al día siguiente cuando subí a la sala a tomar listar pregunte por aquella niña, su amigo de enfrente me dijo –Maestra, ella está allá abajo en terapia intensiva y no ha subido- Enseguida un papá, me saco de la sala y, me comentó sobre el fallecimiento de la niña. Recordé la contestación de este niño, él no sabía nada, era como si aún la estuviera esperando y sólo pude pensar en la reacción que iba a tener el niño cuando se enterara de lo sucedido.  En algunas ocasiones ellos mismos presencian la agonía de sus compañeros e incluso puedo decir que son sus amigos. Las últimas semanas dentro del hospital llego un chico de 15 años, me presenté con él, le dije que era “maestra” y que si quería trabajar con nosotros, le explique lo que se hacía y el muy amable me dijo que sí, enseguida me pregunto que si  no importaba que fuera de preparatoria; en ese momento recordé que el programa solo abarca preescolar, primaria y secundaria, pero le dije que no, que no importaba que fuera de preparatoria así que le ofrecí llevarle un libro. Me despedí de él y le dije hasta mañana, él contestó de la misma manera. Al día siguiente yo llevaba listo el libro para entregárselo, al subir a la sala de Hematopediatría nos damos cuenta que todos los chicos de esa primera sala estaban en el pasillo, no tomo por sorpresa, pero al mirar a la sala, me encuentro con doctores, enfermeras y a ese chico de 15 años entubado tratando de luchar por su vida, no pude evitar sentir angustia, unas dos horas después falleció, y sólo pude mirar el libro que le llevaba para él, evitando escuchar el llanto de sus padres y los rezos de algunas mamás que acompañaban a sus hijos en el pasillo. Después de un rato los demás entraron a la sala, callados, pensativos, como si trataran de no hacer ningún ruido guardando luto. 

¿Ahora donde está aquel chico que tan sólo llevaba un día internado? ¿Acaso la niña más pequeña pudo percatarse de lo sucedido?
Después de eso pude entender la frase de ElisabetKübler-Ross, es necesario hablar con los niños acerca de la muerte, independientemente de la situación en que se encuentren, tengan alguna enfermedad terminal o no, o de algún familiar. A veces como adultos es mucho más difícil  tratar de explicarles a los niños sobre este tema, pero lo que no comprendemos es que ellos si se percatan de las cosas que suceden, pero no todos lo manifiestan de la misma manera. Ellos pudieran ver la muerte como algo “normal” porque incluso lo ven en los videojuegos, en caricaturas. Sólo habría que orientarlos. Tratar que nos cuenten que es lo qué piensan, qué siente.

Tú lector ¿Cómo manejarías este tema? ¿Algún niño te ha preguntado qué es la muerte? ¿Le ocultarías a un niño la muerte de un ser querido? ¿Qué tan pertinente consideras el tema?
Comenta  





domingo, 8 de mayo de 2016

Carta 2: El sentido de Pedagogía Hospitalaria

En la publicación anterior hablaba un poco de mi experiencia de servicio social en el hospital. El título de esta segunda carta es una pregunta que me hice cuando los niños empezaban a fallecer. Recapitulando un poco sobre mi trabajo en el hospital, era básicamente apoyando a la docente que trabaja con los niños para evitar el rezago educativo, ya que este es el principal objetivo del programa de Pedagogía Hospitalaria “Sigamos aprendiendo en el hospital”.
La pedagogía hospitalaria es una nueva modalidad educativa dentro del hospital, donde se ve implementada no solo la integración si no también la inclusión para que estos pequeños puedan seguir estudiando. Para mí era una oportunidad de conocer el trabajo que se realiza, y claro el objetivo era aprender, para que un futuro yo pudiera estar ahí dentro. Nunca me imaginé lo que me esperaba, y lo que viviría. No es fácil, pero tampoco estoy de acuerdo que se necesita “sangre fría” para poder estar en un hospital trabajando con niños, en mi caso con niños que sus enfermedades están prácticamente relacionadas con la muerte, porque al decir Leucemia es lo primero que se piensa. Cuando sucedió la primera pérdida que tuve, porque así lo sentí, sentí que perdí algo que ya formaba parte de mí. Estuve pensando mucho en el trabajo que las docentes realizan dentro del hospital, pensé en algún momento que no era tan productivo e incluso innecesario, pero cuando siguieron las muertes de otros niños, yo sentía que ya no podía, que no iba a aguantar estar ahí. Pero al ver a los niños que se quedaban en el hospital, ya no con el mismo ánimo, pensativos, decaídos e incluso afectaba a su salud, se les bajaban las defensas, algunos no querían comer y por consiguiente no querían trabajar con nosotras.  Entonces no todos mueren, y qué hacer con los que se quedan, que decir ante esas circunstancias, no lo podemos dejar a un lado y seguir como si nada hubiera pasado, claro está que con las actividades que llevábamos para que trabajaran, se “distraían un poco” pero no era suficiente. 
Creo que era muy necesario platicar con ellos, tratar que no se queden con nada. En la primera carta también redacto que un pequeño de 9 años que aparte de estar triste, se encontraba muy molesto porque no le habían dicho que uno de sus amigos ya había fallecido, aquí lo que hizo que el quisiera volver a trabajar fue la plática con la docente, el sacó su enojo en ese momento, pienso que para todo hay tiempo y ese era el momento para platicar con él sobre el tema, y fue ahí donde entendí el motivo por el cual nosotras estábamos ahí trabajando, ya sea docentes hospitalarios, prestadores de servicio social, e inclusive las enfermeras.


Tú lector ¿Qué hubieras hecho en nuestro caso? ¿Qué actitud tomarías? ¿Una donde hacemos que no pasa nada, o la de tratar de enfrentar la situación?  ¿Crees innecesario el trabajo que se realiza dentro del hospital? Comenta. 

miércoles, 4 de mayo de 2016

Carta introductoria: Pedagogía Hospitalaria: Experiencia de Servicio Social.

El objetivo del siguiente blog es brindar un espacio de reflexión e información a todos aquellos usuarios que estén vinculados con la educación, la tanatología y todos aquellos que trabajen con niños. Con el fin de obtener información, puntos de vista, experiencias que nos den pauta que el tema de la muerte aún sigue siendo un “tema tabúpara la sociedad se debe hablar de manera discreta e inclusive si se puede evitar hablar de ella sería mucho mejor. ¿Entonces cuál es la edad  pertinente para hablar de muerte? ¿O cuál es el mejor lugar o momento para hablar de muerte? ¿Quiénes son los indicados para hablar de este tema?...  

Hace seis meses empecé mi servicio social en el Centro Médico Nacional La Raza, sin saber al 100% el programa de Pedagogía Hospitalaria, el cual tiene como propósito evitar el rezago educativo de los niños que se encuentran hospitalizados. Yo me encontraba trabajando junto a una maestra en el área de Hematopediatría (es una especialidad médica dedicada al estudio de la sangre y sus trastornos) donde las principales enfermedades son Leucemias, Anemias y Hemofilias. La maestra organizaba la clase y yo sólo la apoyaba, poco a poco fui conociendo a los niños y aprendí que la condición en que se encontraban no era impedimento para seguir estudiando, todo iba muy bien durante el primer mes, son niños que le gusta trabajar, que piden tareas, y para mí el estar ahí con ellos era como darles esa "normalidad" que ellos necesitan, los niños eran dados de alta por haber terminado su tratamiento, se iban a sus casas a descansar para después seguir con su tratamiento en el hospital. En particular yo empecé a trabajar con un chico de 13 años, estaba cursando el segundo año de secundaria, él tenía un tipo de anemia, era muy tranquilo, le gustaban las clases que impartía la maestra, hacia tareas, y se puede decir que ponía todo de su parte para estar bien, e incluso motivaba a sus compañeros de cuarto a realizar las tareas.

Un viernes del mes de Octubre recuerdo que estábamos trabajando la materia de geografía, para ser específicos los  continentes, armamos rompecabezas y le había dejado tarea para el lunes próximo. Cuando llegó ese lunes subí junto con la maestra a dar la clase, me di cuenta que su cama estaba vacía, en un principio pensé que lo habían dado de alta, y me acerqué con las enfermeras a preguntar por él, la contestación fue: -¡Falleció el fin de semana!- se dio la vuelta y se fue, esa contestación fue tan fría que no supe cómo reaccionar, fue tan inexplicable ese momento que me puso a pensar ¿para qué estamos aquí dando clases si en cualquier momento estos niños van a fallecer? No pude pensar otra cosa más. Después de tres semanas fallecieron 2, una niña de 7 años y un adolescente de 15 años, yo aún me seguía preguntando lo mismo, me sentía muy angustiada cada fin de semana, teniendo la esperanza que el lunes que yo llegara estuvieran todos.
En una ocasión llegó un niño de 11 años, que duró tres días hospitalizado y falleció, en la cama de al lado se encontraba un niño de 4 años él cual presencio el fallecimiento de su vecino de cama y días después me hacía preguntas como ¿Si mi abuelita ya había muerto? ¿Cuándo te vas a morir? ¿Quién más iba a morir?… Sé que no fui la única que le hizo ese tipo de preguntas, también se las hizo a su abuelita.
En otra ocasión, aproximadamente un mes después un niño de 8 años ya no quería trabajar con nosotros, estaba molesto, se sentía triste y después de un rato de insistir el porqué de su actitud respondió que estaba así porque nadie le dijo que su amigo había fallecido y que le estaban mintiendo para no hacerlo sentir mal. Después de saber y escuchar a estos dos niños, supe que se debía  hacer algo para abordar el tema de la muerte con los niños, tratar de romper con las creencias y el silencio sobre el tema. Es algo que sucede a diario, y no precisamente por estar enfermo, suceden tantas cosas a nuestro alrededor que pudiera ser que hoy salimos de casa al trabajo, a nuestra escuela o simplemente a  dar una vuelta y ya no volver. Y entonces qué sucede con la muerte, por qué no hablar abiertamente de los sentimos al respecto con el tema, por qué callar algo que sucede todos los días y que nadie absolutamente nadie está exento.
 
Los niños mencionados anteriormente solo son algunos de los que fallecieron durante mi estancia en el hospital y ellos son el punto de partida y el motivo por el cual escogí hablar de la pedagogía de la muerte.

Tú lector, ¿Recuerdas cuándo fue la primera vez que oíste hablar de la muerte? ¿En qué momentos has hablado sobre este tema con la intención de educar o formar a alguien?  ¿Quién o quiénes te explicaron el tema de la muerte? ¿Hubo algo que te permitiera saber que en algún momento tendrías que experimentar la muerte de alguien o incluso la propia? 
Comenta.